Una vez yo conté con los dedos
y en eso nadie era distinto.
No se si asi fui enseñado,
o lo hacia solo por instinto.
En el cole ya no me dejaron,
de memoria debía yo hacerlo.
Así se atrofiaron los dedos,
aumentando en tamaño el cerebro.
Luego surgen las calculadoras,
otra vez a contar con los dedos,
cuando la bateria se agota,
ya las cuentas sacar yo no puedo.
Con tarjetas y perforaciones,
calculan los bancos sus saldos,
el cerebro electrónico llegó
para dejar el dinero en sus manos.
Los avances en este sentido,
cada vez mayor es el salto,
ahora: hablan, hacen de cupido,
de mascotas que imitan a un gato.
Un amigo me hizo un regalo,
lo recibo con muy grande aprecio,
es un ábaco que usaron en china,
y que aprender a usar pretendo.
Tan sencillo en su estructura,
encerrando toda la esencia,
entre marcos, bolitas y ejes,
se encuentra la ciencia moderna.
lunes, 17 de diciembre de 2007
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